miércoles, 24 de septiembre de 2008

Batalla de Chacabuco - 12 de febrero de 1817 -




La cues­ta de Chacabuco, que separa las hoyas de los ríos Aconcagua y Maipo, es la más meridional de las serranías de la zona de los valles transversales. Está situada sobre un terreno de una altura media de 750 metros y se eleva hasta unos 1.300.


Casi al pie de la cuesta se juntaban los caminos que venían del Santa Rosa de los Andes y de San Felipe, y la ascensión seguía por un solo camino en una extensión de 4 a 5 kms. Desde aquí se bifur­caba nuevamente, separándose algunos kilómetros para seguir las si­nuosidades de la sierra: el camino del oriente o de la Cuesta Vieja era más corto pero más áspero, mientras el de la Cuesta Nueva compensaba su mayor longitud con su suavidad.


Casi toda la cuesta y especialmente la cumbre, se hallaban cubiertas de altos matorrales y en parte de árboles de regular tamaño, que favorecían mucho el ocultamiento de tropas.


Maroto, que comprendía el alto valor defensivo de la cumbre de la cuesta de Chacabuco, ordenó a sus avanzadas mantener la po­sición mientras no hubieran perdido los dos tercios de su gente, en la esperanza de que le llegasen refuerzos de la capital. Mas, San Mar­tín, que deseaba aprovechar la momentánea superioridad numérica de sus fuerzas, ordenó el ataque inmediato. Eran las primeras horas del 12 de febrero.


A fin de envolver a los realistas por medio de un ataque simul­taneo de flanco y de frente, dividió su ejército en dos. La primera división, 2.000 hombres al mando del general Miguel Soler, tomaría el camino de la Cuesta Nueva para ascender las serranías y caer al sur de ellas, sobre las casas de la hacienda de Chacabuco, donde se hallaba el grueso de las tropas de Maroto. La segunda división, 1.400 hombres, a cargo de O'Higgins, seguiría el camino de la Cuesta Vieja, más corto pero más difícil, para batir las partidas que cubrían la cumbre y marchar en seguida hacia el mismo objetivo que Soler.


La división de Soler llegó a las alturas sin encontrar al enemi­go, que había concentrado sus fuerzas de avanzada en el camino de la Cuesta Vieja, de donde fueron luego desalojadas por la divi­sión de O'Higgins. Este, previa consulta a San Martín, que comen­zaba a subir la cuesta al frente de un pequeño destacamento de re­serva, inició entonces la persecución de los fugitivos, en el entendido de no empeñar acción formal antes que la división de Soler estuvie­se para caer sobre el flanco enemigo, pues se creía que el grueso del ejército de Maroto estaría aún en los contornos de las casas de Cha­cabuco.


Por esto, cuando O'Higgins menos lo pensaba, se encontró de improviso y a la salida de una quebrada, con las tropas realistas fuer­temente posesionadas de un terreno favorable. Eran las 10 de la ma­ñana. Retroceder cuesta arriba era ya casi imposible y no se avenía, además, con su temperamento impulsivo y osado. Ordenó entonces el ataque a la bayoneta, mientras su caballería cargaba por la falda de los cerros; pero la embestida fue rechazada y el jefe patriota hu­bo de reorganizar sus fuerzas y poniéndose a su cabeza lanzar un nuevo y más vigoroso asalto que rompió la línea española y la obligó a declararse en franca retirada. En la refriega murieron los jefes realistas Marqueli y Elorreaga.


Pero la batalla no estaba aún terminada, pues los restos del ejército de Maroto se aprestaban para reorganizarse y ofrecer una porfiada resistencia. En esos momentos, la división de Soler llegaba al campo de batalla con inexplicable atraso y aseguraba la victoria definitiva y completa de los patriotas.


El ejército de los Andes entró a Santiago el 14 de febrero. El 16, la aristocracia santiaguina, reunida en cabildo abierto, designaba por aclamación director supremo a O'Higgins. Va a comenzar la Patria Nueva.




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